
Steven Levitsky y Daniel Zibrat publicaron en 2018 un libro titulado Cómo mueren las democracias. En él, se estudia cómo las democracias no caen por la fuerza de las revoluciones, sino por la inoperancia manifiesta y permanente de quienes las dirigen. ¿Dejan de ser democracias? Rotundamente no. Leí ese libro con atención y debo confesar que no estoy ni cerca de estar de acuerdo como ciudadano criado en una democracia europea, España, hoy asaltada por un ciudadano común que ha logrado imponerse gracias a la dialéctica de Lodazal de la maquinaria creada por él. Pero esa es otra historia.

Cuando Donald Trump, ganó las últimas elecciones democráticas en EEUU, no lo olvidemos, con votos en las urnas, frente a la inoperancia del Partido Demócrata, Steven Levistky, en aquel entonces profesor de Harvard, no se cansó de participar en entrevistas con un mensaje ciertamente apocalíptico donde afirmaba: Estamos presenciando el colapso de nuestra democracia. Estados Unidos está cayendo en una forma de autoritarismo. Probablemente no sea irrelevante, pero Estados Unidos ya no es una democracia.
Durante el tiempo que Donald Trump lleva al poder en la Federación de Estados que conforman ese país, ¿se han violado claramente los derechos humanos de las minorías en general? No. ¿Se articularon decretos que pudieran presagiar que esto sucedería? Sí. Pero el tiempo está poniendo sobre la mesa los elementos estratégicos que presagian el salto de Trump hacia la política exterior, donde residen sus verdaderos intereses.
¿Es Trump el culpable de todo lo que ocurre en esas tierras? Lo tengo claro: no. Pongamos un ejemplo que ha suscitado controversia en el mundo académico: el enfrentamiento del presidente estadounidense con la Universidad de Harvard.
Os animo a leer en el foro de prensa internacional un interesante artículo de Niall Ferguson, historiador británico y miembro de la institución HOOVER, adscrita a la Universidad de Stanford y fundador de la recientemente creada Universidad de Austin, publicado por The Times 9 de mayo de 2025. En este artículo analiza porque el Jefe de Estado se enfrentó a una universidad como Harvard, Henchida de Vanidad y Soberbia.
¿Por qué amenazó y luego retiró los subsidios que el Estado federal otorgaba a esa universidad?
Se podrían analizar cientos de causas, pero la realidad sólo es tan peligrosa como un cáncer que se extiende por todo el planeta en estos momentos, y especialmente en Europa y Niall Ferguson en su artículo lo deja bastante claro en pocas frases: Problemático, es una palabra muy de Harvard. El problema aquí es que una institución conocida en su época por su gran número de profesores y estudiantes judíos se ha convertido, como ella misma reconoce, en un foco de antisemitismo. Esto implica que no se puede mantener una conversación abierta y sincera sobre el conflicto entre Hamás e Israel, lo mismo ocurre con el conflicto entre Palestina e Israel.
Incluso al interior de esta universidad, se generó un antisemitismo sistemático o racial (en contra del hombre blanco), en su política de admisiones, por lo cual los judíos o sus afines no accedían de la misma manera en igualdad de condiciones a dichas contrataciones.
Decirle a diferentes departamentos que una persona blanca no puede ser contratada para un determinado puesto es una práctica ilegal y eso ha sucedido en Harvard, como en algunas otras universidades de Estados Unidos. Pero no olvidemos que, a diferencia de muchos otros países, a pesar de las crónicas erróneas, la democracia existe y en 2023 culminó un juicio contra Harvard, llamado "Estudiantes por Admisiones Justas", basado en los datos que Ron Unz reveló en esas fechas. La Corte Suprema determinó que una serie de prácticas sesgadas ya estaban resultando beneficiosas para ciertos grupos. Pero no ocurrió nada y, por lo tanto, ante esta opinión, y mientras la administración Biden no actuó, Trump, tras pedir el cese de estas prácticas, ya que violaban la Declaración de Derechos Civiles, y ante su negativa, aplicó una decisión de la Corte Suprema de 1982, cuando... Ratificó la decisión de la granja estadounidense de revocar el estatus libre de obligaciones de la Universidad Bob Jones (BJU), en Greenhill, Carolina del Sur, debido a sus políticas racialmente discriminatorias, que incluyeron la prohibición de las relaciones sentimentales interraciales. Esta universidad recuperó su estatus en 2017, tras cancelar dichas regulaciones y verificarse por agencias independientes su aplicación. En Harvard se puso en práctica una cancelación de la admisión de blancos y judíos que debía detenerse. Las manifestaciones y altercados en esta y otras universidades de la Juventud Promotora finalmente llevaron al gobierno republicano a considerar que Trump era singularmente arrogante, pero no fue así.
De la operación Inundación de AL-AQSAque el 7 de octubre del 2023 y los dos días siguientes, se llevó a cabo la organización terrorista Hamás con ayuda de terceros, donde murieron directamente 1200 jóvenes judíos de diferentes nacionalidades y fueron secuestrados 251, entre hombres, mujeres y niños, sin importar la edad, sin olvidar que sobre ese territorio fueron lanzados más de 5000 misiles, y tras el consumado pernicioso que se ha convertido en muchos países, dirigentes y estamentos, un ideólogo ideólogo, cortando cualquier tipo de diálogo sobre dicho conflicto.
El daño sufrido por Israel y el pueblo judío no parece tenerse en cuenta en ninguna de las discusiones, siendo utilizado este conflicto, sobre todo en algunos países de Europa, como España, como elemento de discrepancia, donde la izquierda radical, incluyendo ya en ella al partido que gobierna, se arroga el derecho a manipular la opinión pública, incluso en las locuciones del famoso Festival de Eurovisión.
Los ciudadanos tienen derechos civiles que no deben ser pisoteados por lo escrito por Niall Ferguson, pareciera que ser un hombre blanco y heterosexual, hoy nos convierte en carne de cañón.
publicado originalmente en La DamadeElche.com