12.1 C
Bruselas
Sábado, Mayo 17, 2025
ReligiónCristianismoSobre los cristianos durante una epidemia

Sobre los cristianos durante una epidemia

EXENCIÓN DE RESPONSABILIDAD: Las informaciones y opiniones reproducidas en los artículos son propias de quienes las expresan y es de su exclusiva responsabilidad. Publicación en The European Times no significa automáticamente la aprobación de la opinión, sino el derecho a expresarla.

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD TRADUCCIONES: Todos los artículos de este sitio se publican en inglés. Las versiones traducidas se realizan a través de un proceso automatizado conocido como traducción neuronal. En caso de duda, consulte siempre el artículo original. Gracias por entender.

Autor Invitado
Autor Invitado
El autor invitado publica artículos de colaboradores de todo el mundo.
- Publicidad -punto_img
- Publicidad -

Por San Dionisio de Alejandría

De la carta de San Dionisio († 264), obispo de Alejandría, sobre los tiempos de persecución y la epidemia de la llamada peste de Cipriano. La enfermedad que azotó al Imperio romano en el siglo III pasó a la historia con el nombre de San Cipriano de Cartago, quien describió sus síntomas. Cerca de cinco mil personas morían a diario en Roma a causa de esta enfermedad contagiosa. San Dionisio escribe que no quedaban residentes en Alejandría mayores de cuarenta años. En estos tiempos difíciles, el obispo de Alejandría describe el comportamiento de los cristianos y su actitud ante la muerte: no con frivolidad ni con confianza en sí mismos, sino imitando a Cristo, como la amarga copa que beben por amor al prójimo que sufre.

Tras un breve intervalo, esta enfermedad nos azotó; para ellos (los paganos) fue la peor de todas las cosas terribles, la más cruel de todas las calamidades y, como dice su propio escritor, un acontecimiento extraordinario que nadie podría haber esperado. Para nosotros no fue así; como en otros casos, el Señor nos probó y nos templó. La enfermedad no nos pasó por alto, pero afectó más a los paganos.

Muchos de nuestros hermanos, movidos por una gran caridad y movidos por el amor fraternal, sin compadecerse de sí mismos, se apoyaron mutuamente, visitaron sin temor a los enfermos, los sirvieron sin falta, los cuidaron por amor a Cristo, murieron gozosamente con ellos; se llenaron del sufrimiento ajeno, se contagiaron de su prójimo y voluntariamente asumieron sus sufrimientos. Muchos, cuidando a los enfermos y apoyando a otros, murieron ellos mismos, aceptando la muerte en su lugar…

Así fallecieron los mejores de nuestros hermanos: sacerdotes, diáconos, laicos. Los colmaron de alabanzas, porque una muerte así, posible solo gracias a una gran piedad y una fe firme, se consideraba equivalente al martirio.

Fuente: Eusebio de Cesarea, “Historia de la Iglesia”, libro 7

The European Times

Oh, hola ??? Suscríbete a nuestro boletín y recibe las últimas 15 noticias cada semana en tu bandeja de entrada.

¡Sé el primero en enterarte y cuéntanos los temas que te interesan!.

¡No enviamos spam! Lea nuestro política de privacidad(*) para más información.

- Publicidad -

Más del autor

- CONTENIDO EXCLUSIVO -punto_img
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -punto_img
- Publicidad -

Debe leer

Últimos artículos

- Publicidad -