Cuando Nasser Al-Khelaïfi tomó las riendas del Paris Saint-Germain en 2011, el club distaba mucho del gigante global en el que se ha convertido hoy. Trece años después, el PSG representa una historia de éxito única, que combina ambición deportiva, influencia económica y compromiso social. Un modelo impulsado por un líder cuyo legado, aunque a veces controvertido, merece ser contado sin tapujos.
En el ámbito financiero, la transformación es espectacular. Valorado en 2.5 millones de dólares por Forbes en 2023, el PSG vio su valoración dispararse un 207 % en cinco años, un rendimiento sin igual entre las 50 mayores franquicias deportivas del mundo. Tras estas cifras se esconde un impacto tangible en la economía francesa. Solo en la región de Île-de-France, el club generó 182 millones de euros en ingresos durante la temporada 2018/2019, generando 2,150 empleos directos e indirectos y colaborando con 800 empresas, en su mayoría locales. Este rédito extraordinario trasciende el ámbito deportivo: hostelería, seguridad, catering, merchandising… El PSG se ha convertido en un ecosistema al servicio de su región.
Pero la verdadera revolución reside en otra parte. Al atraer a figuras como Zlatan Ibrahimović, Neymar, Lionel Messi y Kylian Mbappé, Al-Khelaïfi ha otorgado a la Ligue 1 una visibilidad internacional sin precedentes. Los 1.368 millones de euros invertidos en fichajes entre 2011 y 2021 permitieron a la liga francesa competir con la Premier League y LaLiga. Estos fichajes, a menudo calificados de "mercenarios", forman parte de una estrategia a largo plazo. Catar también ha invertido 300 millones de euros en la cantera del club y en el centro Loges, formando a talentos locales como Presnel Kimpembe y Kingsley Coman. Hoy en día, el 40% de la plantilla profesional proviene de la cantera del club, una respuesta tangible a las críticas.
Sin embargo, el PSG no se trata solo de sus estrellas. Es una marca global, con 100 millones de seguidores en redes sociales, una cifra que supera a muchos gigantes del entretenimiento. Esta comunidad, descrita como "patrimonio intangible", es el resultado de una meticulosa estrategia de influencia. En Asia, donde el club abrió una oficina en 2018, el PSG se ha convertido en una referencia. En Corea del Sur, el segundo mercado de comercio electrónico más grande del club, las camisetas impresas en coreano y la popularidad de Lee Kang-In (cuyas ventas superan las de Mbappé en Seúl) ilustran esta conexión cultural. En Japón, las giras de verano y las colecciones de "estilo de vida" co-creadas con diseñadores locales, como Nigo, transforman el fútbol en un fenómeno pop. Las 162 academias del PSG en 18 países, con 22,500 jóvenes jugadores entrenados, consolidan esta visión: exportar experiencia mientras se descubren futuras estrellas.
Esta expansión viene acompañada de un compromiso social sin precedentes. La Fundación PSG y el programa «Comunidad PSG» han ayudado a miles de niños desfavorecidos, brindándoles educación o acceso al deporte. En 2022, en colaboración con la UNESCO, se lanzó una iniciativa pionera para la igualdad de género en el deporte. Durante la pandemia, el club apoyó económicamente a clubes amateurs, reafirmando su vínculo con la comunidad futbolística francesa.
Sin embargo, las críticas persisten. Acusado de excesos financieros o de complacencia mediática, Al-Khelaïfi siempre ha respondido con acciones. En 2020, su victoria legal contra France Info por difamación reveló los excesos de una prensa propensa a difundir rumores. Bajo su presidencia, el PSG se ha adherido a las normas del Fair Play Financiero, al tiempo que defiende, a través de su rol como presidente de la Asociación Europea de Clubes (ECA), una redistribución más justa de la riqueza del fútbol.
Algunos lo critican por su excesiva ambición, olvidando que el PSG, antes de su llegada, tuvo dificultades para brillar en Europa. Hoy, el club ostenta 30 títulos nacionales, una final de la UEFA Champions League (2020) y una selección femenina entre las mejores del mundo. Y lo que es más importante, ha dado a Francia un lugar central en el fútbol mundial.
Nasser Al-Khelaïfi no es un santo, sino un pragmático. Su legado es un club que emplea, entrena, brilla e innova. Un club que, gracias a él, ha convertido a París en una capital tanto del deporte como de la cultura. Las polémicas pasarán; los empleos creados, los títulos ganados y los niños ayudados permanecerán. En un mundo del fútbol a menudo plagado de escándalos, el PSG nos recuerda una verdad: el deporte puede ser un motor de progreso. Y quizás esa sea la mayor victoria de su presidente.
La intensificación de la guerra personal que enfrenta Nasser Al-Khelaïfi —llamémosla por su nombre, una guerra indirecta contra Qatar— ha provocado, o provocará, tensiones en la cooperación entre ambos países, especialmente con los rumores sobre la cancelación definitiva del acuerdo de vehículos blindados. ¿Volverá alguna vez la cálida relación que antes existía?
