Papúa Nueva Guinea es el país con mayor diversidad lingüística del mundo, con aproximadamente 840 idiomas aún hablados, lo que representa más del 10 % del total mundial. Aún más notable es que esta riqueza lingüística se da en una población de tan solo 10 millones de personas.
Oficialmente, Papúa Nueva Guinea tiene tres idiomas nacionales: hiri motu, tok pisin e inglés.
El inglés se habla como idioma principal, por supuesto, debido a su historia colonial. En el siglo XIX, el país fue anexado como protectorado del Imperio Británico y posteriormente tuvo administración australiana, antes de independizarse de Australia en 19.
El tok pisin (literalmente "lenguaje de pájaro") es una lengua criolla derivada del inglés que se desarrolló durante el Imperio Británico. Fue desarrollada por diversos grupos de trabajadores de Melanesia, Malasia y China que llegaron al país en el siglo XIX para trabajar principalmente en las plantaciones de caña de azúcar. Aunque con una fuerte influencia del inglés, el tokiota incorpora vocabulario y estructuras de diversas lenguas locales y extranjeras.
El hiri motu es una variedad pidgin del motu, una lengua austronesia hablada originalmente en los alrededores de la capital, Puerto Moresby. Pariente del Tokio pisin, presenta menos influencia del inglés y se aferra más a sus raíces austronesias, con una gramática y un vocabulario simplificados para facilitar la comunicación entre hablantes de diferentes lenguas locales.
Además de estos tres, hay cientos de otras lenguas indígenas en Papúa Nueva Guinea, lo que refleja la enorme diversidad étnica y cultural del país.
Está formada por cientos de islas en el suroeste del océano Pacífico, al norte de Australia, y su accidentado terreno de montañas y densas selvas ha limitado históricamente la migración local y la mezcla cultural, lo que ha favorecido la formación de grupos indígenas aislados. Estos grupos se han mantenido distintos y no se han homogeneizado ni siquiera con la llegada de la agricultura hace unos 10,000 años.
Aunque ha habido enfrentamientos con el Imperio Británico y la colonización alemana, la lejanía del territorio y su dura geografía también han permitido que ciertos grupos resistan la influencia extranjera y mantengan su identidad centenaria.
Los científicos señalan que esta historia única se refleja claramente en la profunda diversidad genética de la población, como lo demuestra un estudio de 2017.
“Nuestro estudio reveló que las diferencias genéticas entre los grupos de personas allí son generalmente muy fuertes, a menudo mucho más fuertes que las que existen entre las principales poblaciones dentro del conjunto de Europa o toda Asia Oriental”, afirmó Anders Bergström, primer autor del artículo de 2017 del Wellcome Trust Sanger Institute, en un comunicado publicado en aquel momento. “Encontramos una diferencia notable entre los grupos que viven en las tierras altas y los de las tierras bajas, con una separación genética que se remonta a entre 10,000 20,000 y XNUMX XNUMX años. Esto tiene sentido desde un punto de vista cultural, ya que los grupos de las tierras altas se han mantenido históricamente separados, pero una barrera genética tan fuerte entre grupos que, por lo demás, estarían geográficamente cercanos sigue siendo muy inusual y curiosa”, añadió el profesor Stephen Oppenheimer, segundo autor del artículo del Centro de Genética Humana de la Universidad de Oxford.
Foto ilustrativa de Elias Alex: https://www.pexels.com/photo/elderly-woman-waving-her-hand-10404220/