A medida que se acercan los Juegos Olímpicos de París de 2024, ha estallado un acalorado debate sobre los símbolos religiosos en Francia, enfrentando el estricto secularismo del país con las libertades religiosas de los atletas.
Un informe reciente de Profesor Rafael Valencia-Candalija Un investigador de la Universidad de Sevilla advierte de que la represión de las expresiones religiosas en Francia podría conducir a un sistema de dos niveles en los Juegos Olímpicos, en el que los atletas franceses se enfrentarían a restricciones más estrictas que sus homólogos internacionales.
El asunto llegó a un punto crítico el año pasado cuando el Senado francés votó a favor de prohibir que los atletas que representan a Francia lleven cualquier “símbolo religioso aparente” (aunque aparentemente no sea específicamente para los Juegos Olímpicos), una medida que prohibiría a las mujeres musulmanas llevar hiyabs y a los hombres sikhs llevar turbantes. Si bien esta ley aún no se ha ultimado, el gobierno francés ha dejado clara su posición, con el Ministro de Deportes Amélie Oudéa-Castéra El profesor Valencia sostiene que esta postura contradice los principios fundamentales del movimiento olímpico, ya que “los miembros del equipo francés no pueden expresar sus opiniones y creencias religiosas” durante los Juegos Olímpicos.La firme intención de las voces políticas (francesas) sobre el simbolismo religioso pone en duda los fundamentos del Olimpismo moderno.” – valores como el respeto, la dignidad humana y el compromiso con derechos humanos.
Valencia-Candalija advierte en “Simbología religiosa y los Juegos Oplímpicos de París 2024"que si se aplican las restricciones francesas, se crearía una situación sin precedentes en la que"nos encontraríamos con unos Juegos Olímpicos en los que podríamos apreciar una libertad religiosa de dos velocidades, de mayor amplitud para los deportistas no franceses, provocando un agravio comparativo de precedentes inauditos en una competición de estas características.."
Valencia-Candalija critica la actuación de Francia, afirmando que el país está inmerso en una “nuevo intento (en la línea de tantos otros registrados en Francia en los últimos años) de erradicar religión desde el espacio público, transgrediendo los límites del secularismo y planeando sobre los campos del secularismo."
Esto, citando a María José Valero, “llevaría a una distorsión de la pretendida neutralidad del Estado que conduciría a una interpretación restrictiva del principio de laicismo y, en última instancia, a una restricción de derechos como la libertad religiosa”.
El movimiento olímpico ha logrado grandes avances en los últimos años al dar cabida a la expresión religiosa, y la Federación Internacional de Baloncesto y la FIFA relajaron las reglas para permitir el uso de sombreros religiosos.
Pero el deseo de Francia de imponer un secularismo estricto amenaza con alterar este progreso, excluyendo potencialmente a los atletas musulmanes, sijs y de otras religiones de representar a su país en los Juegos de París.
Mientras el mundo se prepara para converger en la capital francesa, el debate sobre los símbolos religiosos cobra gran importancia. Si Francia no cambia de rumbo, los Juegos Olímpicos de 2024 pueden ser recordados más por las batallas fuera del terreno de juego que por los triunfos dentro de él.